1. Consultar registros de morosos.
(RAI, ASNEF, Experian…). Nuestra propia entidad bancaria puede facilitarnos esta información. Si nuestro deudor no figura en ninguno de ellos, es un buen síntoma. Sin embargo, con un certificado falso que acredite el pago de la deuda, se consigue salir del mismo. Son registros automatizados y nadie comprueba la autenticidad de los documentos.
2. Solicitar un informe comercial a empresas especializadas de rating o solvencia.
Su precio está entre los 20 y 30 euros y se solicitan generalmente “on line”, pero tienen ciertas limitaciones.
a) Las fuentes no son fiables. Así lo indican en letra pequeña en el propio informe. Es más, el propio deudor puede facilitar estados financieros provisionales, con la objetividad y rigurosidad que se le supone.
b) Los ratios y gráficos son automáticos y se presentan sin depurar incoherencias. Se obtienen de estados financieros que, en la mayoría de los casos, no han seguido estrictamente las normas de valoración establecidas en la normativa contable.
c) Las conclusiones no recogen la información que figura en la Memoria, en el Informe de Gestión o el Informe de Auditoría y que es, como marca la normativa contable, necesaria para la correcta interpretación de los estados financieros.
3. Contar con la cobertura de algún seguro de crédito.
El riesgo que conceden a un deudor, puede sernos útil para sacar nuestras conclusiones. Sin embargo, la información que poseen, adolece de las mismas limitaciones expuestas en el apartado anterior.
Y la realidad es que, cuando se produce un impago, ni a acreedor ni a deudor les interesa dar demasiada publicidad, porque va a significar mayor dificultad para encontrar financiación y por lo tanto, mayor dificultad para atender el pago.
Y cuanto mayor es el impago, mayor es el interés en encubrirlo. Recordemos la máxima que dice: “si le debes 3.000 euros al banco y no puedes pagar, tienes un problema. Pero si le debes 3.000.000, entonces el banco tienen un problema”.
Por eso vemos cómo a pequeños incumplidores se les cierra el crédito totalmente como consecuencia de la inclusión en alguno de estos registros y cómo grandes morosos, son encubiertos hasta que “han dejado pillados al ciento y la madre”. A todos se nos vendrá alguno a la cabeza.
Conclusión, siempre que la operación lo merezca, lo ideal es obtener la información a través de varios canales y de distintas fuentes para poder contrastarla, bien con nuestros medios o bien contratando a una empresa especializada en investigación mercantil que realizan este tipo de labores.
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